1889: economía y comercio internacional
Jose S. Azcona Bocock
La economía hondureña estaba expandiéndose a un ritmo considerable durante la década de 1880, pero comenzando de una base muy baja. Es difícil medir el tamaño real de la economía y su crecimiento, ya que mucha actividad era agrícola de subsistencia. Amplias zonas del país tenían muy poco comercio, y la renta o comercio interior no eran sujetos de tributo. Nuestra información proviene principalmente de movimientos que generaban ingresos al estado, como los aduaneros o de los monopolios estatales. La información es parcial para describir la salud general de la economía, pero sí adecuada para ver el dinamismo de los sectores más avanzados.
Las exportaciones de Honduras sumaban $4,100,000 (pesos plata $), habiendo subido de $3,350,000 de el año anterior. Esto representa un crecimiento de casi un 22% en un año. El mayor componente era la exportación de minerales ($2,300,000), siendo casi un 56% del total. Esta correspondía primariamente a la Rosario Mining Company, exportándose $1,739,000 en plata en pasta y $465,000 en plata acuñada. La mayor parte de la plata se lleva en bruto, con un mínimo de procesamiento industrial.
El segundo ítem de exportación era el vegetal, que sumaba $1,400,000 (un 34% del total). Ya para este momento el banano era el componente más importante ($979,000), seguido de los cocos ($165,000), el café con $110,000, y el añil con $85,000. El banano ya se había vuelto un producto de mucho auge, y su producción estaba en manos de personas y empresas locales. El coco cosechado artesanalmente tenía bastante demanda, principalmente para la producción de copra para alimento animal, pero el desarrollo de plantaciones de parte de las potencias coloniales limitó su crecimiento futuro. El añil ya iba en decaimiento por el desarrollo de la industria química, y el rubro del café estaba apenas en sus inicios. La madera tenía un alto volumen, pero un valor de aforo muy bajo que no sabemos si se debía a su bajo precio o subvaluación.
El tercer ítem era el animal, con $400,000 en exportaciones. Este era primariamente ganado o sus derivados. Se exportó $95,000 en pieles de res y $34,000 en pieles de venado. Había una enorme cantidad de venados y una industria desarrollada para exportar las pieles del mismo. Este venado era salvaje (no criado), por lo que se depredó una enorme cantidad en una operación no sostenible.
Aunque las actividades industriales se contabilizan con su reino de origen (vegetal, animal o mineral), podemos descubrir muy pocas que resultaran en exportación. El acuñe de plata, la curtiembre de cueros (y producción de suelas), los sombreros de junco y el tabaco labrado constituían las únicas actividades industriales que agregaban valor a la exportación, y esto en muy pequeña escala.
Las importaciones declaradas solo suman $1,700,000 (un 41% del valor de las exportaciones). Estas incluían, en similares proporciones, artículos de consumo e insumos para la producción. Podemos descubrir algo en los lamentos de los administradores de aduana: “La ley del 18 de noviembre de 1882 les concedía a las empresas mineras libertad absoluta para introducir sus maquinarias y demás útiles adherentes a la evaluación libres de todo derecho de impuesto, pero las compañías abusaban y exigían más franquicias y prerrogativas que les concedía la ley al extremo de decir con pretexto que eran para Minas artículos absolutamente inaplicables a su explotación y que no tenían otro destino que el uso particular de los empresarios”.
Aun con este efecto, podemos decir que esta era una economía en superávit con el mundo exterior. Si esta capacidad adicional se hubiese dirigido a expandir el desarrollo de los rubros que mostraban promesa y a la infraestructura para apoyarlos, hubiese podido ser el inicio de una espiral virtuosa de crecimiento. Por ejemplo, el desarrollo del ferrocarril nacional (ahogado por el desastre de la deuda) aun en pequeña escala había abierto ya el Valle de Sula a la explotación de banano en manos locales, y hubiese podido expandirse con ramales.
Adicionalmente, esta base permitía la construcción de un sistema financiero propio, respaldado por este favorable balance comercial para dar más dinamismo al crecimiento. La mina de San Juancito se acercaba ya a su madurez, y en el banano se avecinaba un proceso de crecimiento acompañado de enajenación. La base, aún pequeña, que había hubiese podido servir para desarrollar otros rubros de crecimiento propios.
Fuente: Informe de Rentas de la Republica de Honduras, 1890