El miedo y la pobreza

Jose S. Azcona Bocock

Honduras tiene miedo. Este se manifiesta primariamente en el área de seguridad personal, donde el temor al homicidio, asalto, secuestro, violación alcanza niveles altísimos. Este miedo tiene causas tangibles, pero también métodos de atacarlo bastante definidos, y creemos que hay un consenso para reforzar nuestros órganos de seguridad pública y lograr derrotar este flagelo.

Pero hay otro miedo que nos impide atacar el anterior y nos está limitando en la tarea de avanzar en derrotar la pobreza y la falta de oportunidades. Este es el temor a la inversión a todo nivel: desde el balconero o sastre que no puede tener acceso a quien le preste dinero para comprar materiales, hasta la familia de clase media que no puede obtener un financiamiento razonable para su vivienda, hasta el gran empresario que no puede captar recursos localmente de forma competitiva para participar en el mercado internacional o simplemente defender su cuota del nacional.

Es el miedo, más que una carencia real, lo que hace que a estos tres niveles no haya los recursos necesarios. Existe una gran cantidad de capital fijo en nuestro paìs, primariamente en terrenos e inmuebles, pero también en muchos otros bienes. Existe también una gran cantidad de liquidez, especialmente como depósitos en el sistema bancario. El problema es que ha habido malas experiencias que han hecho que los ahorrantes, la banca, y quienes pudiesen invertir en la actividad productiva a todo nivel teman al fracaso.

Es por esto que el descalabro de las bolsas de valores, las malas experiencias de los constructores de vivienda popular, y los cierres de los bancos de forma no transparente, aunque han ocurrido hace años siguen teniendo un terrible efecto en nuestra actividad económica. Aunque se han atacado algunas de las causas de estos problemas la confianza no regresa automáticamente, y es aquí donde debemos de terminar de legislar las formas de unir a quien tiene los recursos económicos con quien los necesita de forma eficiente y con el menor miedo posible.

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Necesitamos regresar a que los ahorrantes puedan comprar deuda de empresas, pero garantizada por el órgano regulador. Necesitamos la inversión en vivienda y que la banca quiera estas hipotecas, pero manteniendo reales los costos de los proyectos y haciéndolos realistas para las capacidades de pago. Necesitamos préstamos para la micro empresa, aunque no en la creencia de que se les van a condonar, y calificando adecuadamente el riesgo de invertir en los mismos.

Si logramos que haya una verdadera confianza de todos los actores de su riesgo va a ser razonable y de que sus beneficios no se van a perder por el mal funcionamiento de nuestras leyes vamos a lograr recuperar, o mas bien construir esa confianza en nuestras instituciones financieras y nuestros inversionistas, grandes y pequeños. Si lo hacemos lograremos construir una economía mas dinámica con oportunidades para todos, de lo contrario nos seguiremos quedando atrás de nuestros vecinos y el resto del mundo que tienen sociedades donde las relaciones económicas están regidas por la ley y la confianza en las instituciones.

(2005, LT)