El Sahara Occidental
Jose S. Azcona Bocock
El caso de la región del Sahara Occidental, Antigua colonia española es un tema pendiente de ser resuelto. Con este territorio nos unen lazos de lengua, y hemos participado a través de la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO) en sostener un frágil proceso de paz. Es importante conocer los alcances del tema.
Este ha sido un territorio poco poblado (menos de 70,000 saharauis en 1975), por lo que ha sido fácil presa de quien pretenda declarar su soberanía sobre él. Ocuparlo y desarrollarlo es mucho más difícil, pues es casi completamente desértico y carece de recursos fácilmente explotables.
En las postrimerías del proceso de descolonización, España se ve imposibilitada (por razones políticas y de voluntad interna) a mantener control del territorio. Generalmente, cuando se dio independencia a territorios coloniales, los mismos pasaban a un gobierno organizado por su propia población. En África los únicos casos de absorción de un estado en proceso de independencia por otro (o su fusión) fueron los territorios somalís italianos e ingleses, y Eritrea por Etiopia. En ambos casos el experimento no ha sido exitoso.
Marruecos ha aducido que el caso del Sahara Occidental es diferente porque el estado marroquí tenía pretensiones territoriales previas, o la escasa población del territorio lo convertían en terra nullis (tierra sin dueño) al abandonarla el soberano anterior. Ambas fueron desestimadas por la Corte Internacional de Justicia, aunque reconociendo que la formación de un estado independiente con tan escasa población no sería automática.
Por tanto, por resolución de la ONU, se debía hacer un referéndum para determinar el futuro del territorio. Sin embargo, la ONU no recibió tutela de parte de la potencia colonial, sino que Marruecos comenzó una ocupación gradual y progresiva del mismo. Esta ocupación fue acompañada de una colonización masiva, incentivada por el estado, para crear una demografía favorable a la anexión en un referéndum futuro. Con el paso del tiempo, esos derechos se volverán prevalentes, por lo que el statu quo favorece a la posición marroquí a largo plazo.
Se constituyó la MINURSO para asegurar un cese al fuego entre el Frente Polisario (independentista) y las fuerzas militares marroquís. Esto ha sido exitoso parcialmente, reduciendo la violencia, pero no ha evitado la ocupación progresiva de cada vez más territorio.
El referéndum nunca se ha llevado a cabo, y a medida pasa el tiempo irán pesando los derechos de poblaciones que se han ido asentando. La situación legal del territorio permanece en el limbo, y es difícil que se vaya a aceptar el precedente de una ocupación con colonización como legitima en pleno siglo XXI. Un caso con similitudes es la ocupación de Crimea en 2013, con la diferencia que había un apoyo de la población existente.
La solución podría ser una independencia con respeto a los derechos de los colonizadores (muchos nacidos en el territorio), una autonomía tutelada por la ONU, u otra fórmula que se designe. En todos los casos, debe ser refrendada por una votación de la población afectada, y se debe incorporar la protección de los derechos humanos y culturales de la población originaria. Es importante que la comunidad internacional sostenga una posición que permita espacio para que esta solución surja. El referéndum de Timor Oriental (que fue ocupado en condiciones similares el mismo año) puede servir de ejemplo y guía.
La comunidad internacional no debe reconocer la soberanía marroquí, ni la independencia automática. Dar cubierta a soluciones unilaterales no ayuda a la construcción de una solución pacífica e inclusiva, única forma de resolver el problema de forma permanente.