Carlos Marx explicaba, en su teoría del plusvalor, que todo el trabajo necesario más allá de la subsistencia genera un valor adicional del que alguien se apropia. En el sistema de economía de mercado este es el capitalista, pero había otras formas de hacerlo en otros modelos. Aunque esta teoría es simplista (no reconoce el efecto del riesgo, innovación, emprendimiento, etc.) sirve para entender políticas públicas en diferentes países a lo largo del tiempo. Diferentes gobiernos (de forma implícita) han reconocido la existencia de algo similar a este plusvalor y han tratado de definir modelos de desarrollo considerándolo.
Una forma ha sido crear un sistema extractivo no capitalista, como el peonaje de la reforma en México y Guatemala (este componente no era liberal, como veremos). En Guatemala, la revolución de 1871 trajo al poder a Miguel García Granados y posteriormente a Justo Rufino Barrios. Estos fueron reformadores y progresistas en algunas áreas, pero buscaron un modelo de desarrollo de la economía de explotación y dictatorial. La raíz del problema que buscaban resolver es que había una gran cantidad de población que practicaba la agricultura de subsistencia (principalmente indígena), y que no había acumulación de capital para el desarrollo económico. Como decía Marx (y ellos concurrían), esta valorización solo se podía dar a través del trabajo más allá del necesario para la subsistencia, depositado en manos particulares que lo hicieran crecer. La agricultura era el espacio en el cual una sociedad rural con poca industria podía desarrollar primero.
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