Parecería fácil creer que el simplemente crear condiciones especiales de crédito o incentivos fiscales a ciertos rubros daría pujanza a los mismos y levantaría a todos los demás. Una de las lecciones más importantes del estudio de nuestra fiscal y de finanzas públicas, tanto en nuestro país como el extranjero, es ver la limitada y errática capacidad de los estados de crear bonanza por estos medios. Generalmente, resultan en una asignación ineficiente de recursos y, en los peores casos, son una fuente de distorsión en la economía o de corrupción. Este es un problema histórico que nos ha acompañado por generaciones.
En el tema tributario, hay una neutralidad en el balance de ingresos y egresos (incluyendo endeudamiento) que no es afectado si se le da un beneficio fiscal a un sector. Ese beneficio fiscal será pagado por la masa de contribuyentes de tres formas: como impuestos más altos, menos servicios estatales, o deuda. No existe ninguna otra opción.
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