Quiero compartir lo que fue la experiencia de haber conocido la Casa Presidencial en 1986, que era ya para ese tiempo un monumento histórico y reflejaba el peso de esa historia al haber sobrevivido décadas de uso con mínimas modificaciones y variable mantenimiento.
El acceso principal (y único peatonal) era la rotonda, donde todos los días se aglomeraban decenas de personas de distintas partes del país para hacer sus peticiones o dar seguimiento a sus trámites. La Casa Presidencial era un referente para las delegaciones que venían del interior, ya que las comunicaciones no permitían fácil coordinación de citas y agenda desde el interior del país. La enorme cantidad de visitantes, el bullicio del trabajo, los grupos escolares y el patio abierto daban una impresión de vitalidad.
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