La historiadora Leticia de Oyuela construye un extenso relato sobre el enorme papel que la minería ha tenido en la vida nacional en su libro “Esplendor y Miseria de la Minería en Honduras”. Este puede servir de base para derivar conclusiones importantes sobre el rubro y las lecciones que se deben tomar del pasado, y consideraciones para el futuro.
La sociedad colonial hondureña se construyó alrededor de la minería. Los patrones de inmigración, tenencia de tierra, y organización social del periodo colonial quedaron fuertemente marcados por la actividad económica principal. Estos rudos mineros, rapaces y codiciosos, en realidad no lo eran más que los que colonizaron Siberia, California, o el Witswatersrand. Es más, el desarrollo de la minería local carece del componente genocida de la minería en los únicos dos polos mayores en la américa española: El altiplano alpino, y la región central de México. Igualmente, como punto positivo, hay que resaltar que la esclavitud ni el peonaje se arraigaron, y más bien poblaciones mestizas fueron surgiendo con menor estratificación o marginalidad que lo común en América.
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