"El que mucho abarca, poco aprieta", dice el dicho popular. Este refleja una creencia de que el rango de acción o conocimiento va en proporción inversa de su profundidad. Con el paso del tiempo, el grado de especialización que la sociedad y el mundo laboral exigen es mayor, con el beneficio de permitir un mayor crecimiento, pero con el desafío de limitar el espacio individual.
En la prehistoria, el conocimiento humano era muy limitado, y cada persona debía ser capaz de realizar las tareas comunes para poder sobrevivir. El desarrollo de la familia (y después de la tribu y el estado) es posible gracias a esta especialización, creando divisiones en el trabajo que permiten una capacidad mucho mayor de acción colectiva que la que tendría cada quien individualmente.
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