Tres sociedades asiáticas ejemplares
Jose S. Azcona Bocock
Un pasatiempo común es estudiar la historia de éxito de ciertos países y hacer la comparación basada únicamente en su extensión o en sus recursos naturales, en relación a la nuestra. Tres entidades en el Asia oriental (Singapur, Taiwán y Hong Kong), se mencionan como modelos de una realidad alterna. Cada caso demuestra los efectos de ciertas ventajas y algunas lecciones.
Singapur, desde su fundación por los británicos en el año de 1819, se concibió como un puerto libre, sede principal de la Real armada británica y de las operaciones del gobierno británico para la región del sudeste asiático. La isla tenía la enorme ventaja de estar ubicada en el estrecho de mayor potencial comercial en el mundo, ya que era el punto obligado de paso principal entre el Océano Pacífico y el Océano Índico. La colonia se pobló primariamente con una comunidad comercial china, y supletoriamente con una clase gobernante y comercial británica. Otros ciudadanos del resto del imperio británico inmigraron para tomar ventaja de las oportunidades de ser gente del subcontinente indio.
Los británicos establecieron su sistema legal, con sus valores de igualdad entre las personas y una mano leve de parte del estado. Desarrollaron las instituciones económicas, educativas y culturales que permitían la convivencia dentro del imperio. Al momento de la independencia ya se tenían casi 150 años de experiencia y crecimiento. Al retirarse los británicos, la isla se integró a la federación de Malasia (1963), a la cual no se adaptó. No era primariamente por la pobreza de la isla, sino por su composición étnica distinta (el resto de los estados de Malasia eran principalmente poblados de malayos, con una minoría china que en Singapur era mayoritaria) y le convenía más operar como puerto libre como siempre lo había hecho.
Por tanto, al lograr su independencia en 1965, había una población empresarial comerciante, con una amplia experiencia en relaciones con todo el mundo. La memoria e infraestructura de haber sido una capital imperial regional y la ubicación geográfica privilegiada para el comercio le daban todas las condiciones para desarrollarse con éxito.
El caso de Hong Kong es bastante similar porque conservó su carácter de colonia británica más tiempo y también fue poblado primariamente por una comunidad china comercial. La isla era básicamente despoblada cuando los ingleses tomaron posesión en 1841, y el hecho de ser un puerto libre y estar bajo la jurisdicción de la corona británica garantizaba el imperio de la ley con igualdad entre los ciudadanos y los diferentes tipos de libertades a las que estaban acostumbrados los británicos.
Hong Kong es lo mas parecido a una “ciudad modelo” que se trató de implementar que cualquier otro de los ejemplos históricos. A diferencia de Singapur, el enclave era geográficamente contiguo a su área de influencia. Se pobló de gente emprendedora de China, que huyendo del siglo entero de guerras y tumultos (comenzando con la rebelión Taiping en 1850, hasta el fin de la Guerra Civil China en 1949) buscaban refugio en un lugar seguro. Esto acompañado de la existencia de tres regímenes (el imperio, la republica y el comunismo), que por razones distintas no daban condiciones para un desarrollo estable y ordenado.
Taiwán es el ejemplo de una tercera entidad con condiciones comparables. No tanto por su condición política, ya que no fue colonia británica, sino por lo especial de su geografía e inmigración. Esta es una isla mucho mas grande que Hong Kong y Singapur, pero de un tamaño reducido (36,000 km). La isla sirvió de refugio al terminar la Guerra Civil China en 1949 a los remanentes del gobierno republicano.
Acompañándolo, salió una diáspora de dos millones de personas con un nivel educativo y cultural mucho más alto que el promedio, que correspondían a un gran sector de las elites culturales, políticas y económicas. Esta población constituía el 25% de la población total de la isla, suficiente para en unas cuantas décadas lograr niveles bastante altos de desarrollo.
Como vemos en estos tres ejemplos, no es que haya pueblos condenados al atraso y otros destinados a la gloria. Son las reglas claras, la seguridad física y jurídica, la educación y la cultura, y el respeto por el trabajo lo que resulta en el desarrollo de los pueblos. No se requiere de grandes riquezas naturales, ya que la mayor riqueza potencial se encuentra en nosotros.