El arma principal de la sociedad contra la violencia es la Ley. No únicamente como determinante de las relaciones de respeto que la ciudadanía debe tener entre sí, además como un sistema que inspire temor a quienes pretendan transgredirla. Para que este respeto sea efectivo, es necesario que sistema lo inspire en todos sus componentes, ya que las deficiencias estructurales en alguno de ellos limita la eficiencia del conjunto.
La principal debilidad del enfoque tradicional en política de seguridad publica ha sido la concentración en algunos aspectos, generalmente los más visibles, o los que la opinión publica demanda a corto plazo. Son tradicionales el despliegue de efectivos de las Fuerzas Armadas en apoyo a los órganos de seguridad publica, y los anuncios de desarmes generales. Estas medidas pueden ser disuasorias (a un costo altísimo y con un efecto transitorio) sin atacar la naturaleza del problema. Aun medidas más sustanciales como el incremento de efectivos policiales y creación de unidades especializadas solo tienen un efecto limitado.
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