La compra de los 410 MW de electricidad es un hecho. Independientemente del trasfondo legal u otros colaterales del proceso, este ya ha sido concluido. En efecto, se ha logrado una reducción considerable en el costo de nuestra energía eléctrica con respecto de lo que pagábamos en el pasado, y esperamos que este beneficio sea transferido al consumidor. Sin embargo, el momento no es para buscar responsable por lo que no estuvo bien, ni de congratularnos por lo positivo, sino de comprometernos a fijar la columna vertebral de una política energética nacional permanente.
Esta puede ser muy sencilla en su concepto: Como es más beneficiosa para Honduras la energía hidroeléctrica que la térmica, debemos aprovechar el espacio de tiempo brindado por la compra de los 410 MW para el desarrollo de proyectos hidroeléctricos, bajo el esquema de concesionamiento más conveniente. Y la meta debe de ser de no volver a incrementar el parque térmico.
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