Un pasatiempo común es estudiar la historia de éxito de ciertos países y hacer la comparación basada únicamente en su extensión o en sus recursos naturales, en relación a la nuestra. Tres entidades en el Asia oriental (Singapur, Taiwán y Hong Kong), se mencionan como modelos de una realidad alterna. Cada caso demuestra los efectos de ciertas ventajas y algunas lecciones.
Singapur, desde su fundación por los británicos en el año de 1819, se concibió como un puerto libre, sede principal de la Real armada británica y de las operaciones del gobierno británico para la región del sudeste asiático. La isla tenía la enorme ventaja de estar ubicada en el estrecho de mayor potencial comercial en el mundo, ya que era el punto obligado de paso principal entre el Océano Pacífico y el Océano Índico. La colonia se pobló primariamente con una comunidad comercial china, y supletoriamente con una clase gobernante y comercial británica. Otros ciudadanos del resto del imperio británico inmigraron para tomar ventaja de las oportunidades de ser gente del subcontinente indio.
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