Educación técnica a nivel superior
Jose S. Azcona Bocock
Para lograr tener una economía dinámica al nivel que requiere el siglo XXI es necesario, además de contar con profesionales especialistas de buen nivel, contar con personal operativo entrenado y equipado de conocimientos relevantes para las diferentes tareas que desempeñe. Existe una muy limitada capacidad de preparar a las personas para los diferentes empleos técnicos que cada vez se van volviendo una mayor proporción de los disponibles, acompañado de un nivel de escolaridad cada vez mas alto. Entonces, la gente está estudiando mas tiempo, pero no se está preparando con competencias específicas que el mercado laboral requiere.
La formación técnica en el sistema educativo formal se brinda después del ciclo común a un nivel de secundaria. Las carreras de secretariado, perito y otros bachilleratos técnicos han constituido una cantera importante de personas calificadas. Sin embargo, el modelo tradicional de la preparación técnica a nivel de colegio secundario se vuelve más obsoleto cada día.
La aspiración de tener una educación secundaria completa, la dificultad de escoger una vocación a tan temprana edad y las mayores exigencias del mercado laboral hacen cada vez más ineficiente sostener el modelo actual.
Adicionalmente, existen una enorme cantidad de funciones técnicas para las cuales no existe la capacidad ni la opción de incluirlas en este sistema. La principal limitante es la necesidad de cumplir un currículo de cultura general equivalente al Bachillerato en Ciencias y Letras, además de dar la educación técnica especializada. Otro problema es que la base educativa de ciclo común es todavía limitada, haciendo difícil absorber conocimientos técnicos especializados.
Por tanto, lo más conveniente sería migrar la educación técnica a un nivel terciario. Todas las instituciones que dan carreras a nivel secundario se pueden volver institutos superiores. Las escuelas de secretariado, contaduría y técnicas a nivel medio pueden concentrar sus esfuerzos en entrenar profesionales de su rama técnica específica. Con un año de educación específica en su carrera, teniendo ya un bachillerato y más madurez, pueden prepararse mejor para su carrera escogida que en dos o tres años de hacerlo en forma conjunta.
El enfoque en la parte técnica de la educación permite desarrollar carreras nuevas y adaptar conocimientos nuevos de una manera más ágil. Los diferentes gremios y empresas pueden retroalimentar a las instituciones educativas para que vayan abriendo nuevas carreras. Al mismo tiempo, estas instituciones pueden becar y dar oportunidades de prácticas profesionales a las personas que quieran estudiar conocimientos específicos que sean de interés para ellos. Generalmente, la educación institucional se combina con servicio de práctica profesional (aprendices) en entidades calificadas de forma simultánea o alterna con la instrucción educativa. Por tanto, se están uniendo los estudiantes con los trabajos que están disponibles.
Este sistema puede operar de forma independiente de la educación pública formal (ya que es para bachilleres), pero puede operar complementariamente con el superior universitario. Si las instituciones se acreditan con la UNAH, el estudio puede servir de práctica o créditos para carreras profesionales relacionadas.
La implementación de este sistema no requiere cerrar o retirar ninguna capacidad educativa existente (caso contrario a lo que lamentablemente ocurrió con las Escuelas Normales). Las instituciones pueden seguir dando la formación que dan actualmente y paralelamente crear programas para bachilleres egresados. La intención no es destruir lo que existe, sino potenciarlo para dar el mejor resultado a la mayor cantidad de personas.
El INFOP, que lleva un programa de preparación paralelo, se puede reformar y crear algunos programas que sirvan a este nivel, especialmente de tipo general (aunque el enfoque del INFOP debe ser más la educación profesional continua de tipo general). Las empresas, cooperativas, gremios u otros entes podrán crear o aliarse para crear la formación que requieran para su actividad productiva.
Implementar este concepto educativo no requiere de legislación ni de recursos públicos. Los espacios y derechos ya existentes no se ven afectados y esto no implica una privatización o liberalización de la educación pública. Lo que se logra es crear un sistema de educación para el trabajo que nos vuelva más productivos a todos.