Evaluando el modelo de desarrollo

Jose S. Azcona Bocock

Lograr hacer sentido de la evolución del desarrollo de Honduras a lo largo del tiempo requiere algún grado de análisis especial. Desde un punto de vista cuantitativo es indudable que a lo largo del tiempo van mejorando las condiciones materiales, pero estas son primariamente resultado del progreso normal de la humanidad. Es decir, tenemos algún progreso producto de las innovaciones y los desarrollos tecnológicos nuevos, y otros productos de adoptar desarrollo anterior que quedaba pendiente.

Entonces nos resulta que hay algún grado de avance, pero siempre nos deja en una condición de inferioridad con respecto a los países desarrollados, por lo que esto no nos indica sobre la eficiencia en nuestra evolución. Lo único que puede servir de una manera imperfecta para medirnos es una comparación con nuestros vecinos, que comparten la mayoría de las condiciones originales y están expuestos a las mismas fuerzas externas a las que estamos nosotros.  Comparar no solo la situación actual si no un punto origen nos sirve tanto para medir nuestra situación actual como para ver la tendencia.

Existe un indicador de bastante credibilidad que es el índice de desarrollo humano del PNUD.  Este se comenzó a medir en 1990, y podemos hacer comparativos con el informe del 2023.  El informe no sólo mide lo que es desarrollo económico, sino además desarrollo social, por lo que una economía más pobre pero con mejor prestación de servicios e igualdad de ingresos tiene un mejor indicador. Mostramos en este cuadro los datos para los 5 países de centroamérica (y su crecimiento) entre 1990 y 2023 :

Como vemos, pasamos de ser un tercer lugar (casi empatado con el segundo) a ser el último.  Esto nos indica que el manejo de nuestro desarrollo social desde esa fecha ha sido inferior en calidad al de los vecinos , independientemente que en términos absolutos han habido avances. Para entenderlo hay que estudiar lo que ellos han hecho mejor, pero también qué cambios hemos tenido nosotros.

Sin entrar a gran detalle, y sin defender los desaciertos de la implementación del concepto del estado desarrollista anterior, vemos que el modelo neoliberal implementado desde entonces (que en su versión local era un seudocapitalismo clientelista) no dio los resultados esperados.

De alguna manera el traspaso de riquezas públicas (a traves de privatizaciones concentradas, o exoneraciones fiscales) a pocas manos privadas deformó el desarrollo del libre mercado democrático que hubiera sido un motor de crecimiento. De la mano, le quitó los recursos al estado para sostener los niveles de inversión pública que hubiera requerido para sostener el ritmo de avance anterior.

Nuestros vecinos tuvieron experiencias diferentes. A través de su paulatina democratización y apertura, Guatemala y El Salvador fueron construyendo un estado más robusto. En ambos casos supliendo un legado de desigualdad y marginación muy superior al nuestro. Costa Rica continuó con su modelo de desarrollo capitalista, nacionalista y democrático (el mas exitoso de la región- y más parecido a nuestro anterior modelo).  

Nicaragua, a pesar de sus problemas políticos, ha sostenido un más alto nivel de inversión social con un crecimiento económico continuo.

Esto no es para lamentarse ni polemizar, sino para tratar de aprender las lecciones. Para tener un desarrollo sostenible necesitamos recuperar  elementos que nos lo dieron en el pasado  -en su forma anterior o nueva-. El modelo de desarrollo que teníamos hasta 1990 incluía considerables fuerzas sociales que servian de motor:  sindicatos, cooperativas, un estado profesional robusto, gremios, campesinos organizados, y empresas (nacionales y transnacionales) operando en regímenes fiscales convencionales.

Si le sumamos la posibilidad de un amplio desarrollo de una economia de mercado democratica (sin privilegios ni clientelismo), y una exigencia de calidad en la gestion pública,  tenemos los elementos para recuperar y remontar nuestro atraso de las ultimas décadas.

Fuente: www.undp.org