Fintech y el futuro de las finanzas
Jose S. Azcona Bocock
La tecnología está creando cambios importantes en la forma en que las personas y empresas manejan el dinero. Estos se manifiestan en forma de pago, transferencias, ahorro y monitoreo digitales a través de plataformas electrónicas. Según el BID, el sector de tecnología financiera (fintech) ha crecido en la región desde 2017 a un ritmo anual sostenido de un 37%.
El ecosistema fintech es fluido y descentralizado en su origen. Las barreras de entrada son mucho más pequeñas que para un negocio de banca o financiero tradicional. Los bancos y las casas comerciales tienen un incentivo y una ventaja importante para integrar más servicios a sus clientes, pero aun así es mucho más democrático el acceso que en los sistemas tradicionales de financiamiento.
Estas plataformas le dan beneficios sustanciales a los consumidores. La facilidad de poder hacer transacciones de forma remota resulta en un considerable ahorro de tiempo, evitar utilizar dinero físico es una ventaja importante en seguridad, y la verificación en tiempo real de los balances y métricas adicionales sirve para mejorar la planificación y el control.
Los países desarrollados han ido adoptando estas medidas de forma más rápida por su capacidad tecnológica inicial. El acceso a los servicios brindados por estos países representa un indudable beneficio para todos sus consumidores, incluyendo los ubicados en Honduras. Sin embargo, el traslado de los clientes a estas plataformas internacionales limita la capacidad de crecimiento de las nacionales. Este valor agregado y riqueza producido por la intermediación y prestación de servicios se pierde.
Es importante el desarrollo de las capacidades locales. Por ejemplo, existe una enorme cantidad de utilidad que le quedan a las empresas extranjeras que manejan remesas. Con los avances en la tecnología y las cuentas electrónicas personales se puede hacer la remesa con una comisión mucho menor, con mucha más facilidad y seguridad (ya que va de punto a punto directamente), y se desarrollan las capacidades nacionales en conjunto con el arraigo financiero de los hondureños ausentes. El sistema se puede desarrollar para manejar la remesa con pagos dirigidos a la escuela, compra de inmuebles, medicinas, etc.
La misma descentralización y operación remota del sistema representan una oportunidad para nuestras empresas. No estamos limitados a únicamente cubrir el mercado local. Podemos internacionalizarnos, ya sea como proveedores de soporte, desarrolladores de tecnología, licenciadores de plataformas, o proveedores directos.
Para facilitar la migración a estos sistemas es importante que la Comisión Nacional de Banca y Seguros refine los reglamentos existentes de forma continua para acuerpar las nuevas modalidades y avances en el tema. Debe tomar en cuenta la facilidad y simplicidad de entrar al mercado para que podamos servir de incubadora de ideas novedosas.
Estas nuevas tecnologías tienen algunas amenazas. Se debe cuidar evitar que estos sistemas se utilicen para el lavado de dinero u otros pagos ilegales. Los proveedores deben conservar una reserva en el sistema bancario (o de otra forma) para cubrir sus depósitos, y colaborar con las autoridades fiscales, las cuales deben crear mecanismos de facturación que se adapten a los sistemas. Y esto debe ser sujeto a las mismas normas de protección al consumidor y territorialidad para evitar abusos contra los usuarios.
Estamos ante reformas importantes en este sector. Las mismas son inevitables, y representan una oportunidad importante para desarrollar las capacidades del país. Debemos trabajar en prepararnos: las empresas interesadas deben ir desarrollando productos con una visión de crecimiento, los consumidores a entender y discernir los tipos de productos, y el estado a promover nuestros proveedores locales (especialmente los pequeños) cuidando de la seguridad del público y del fisco.