La crisis bancaria de finales de la década de 1990 tuvo dos consecuencias importantes en nuestro país. Por una parte, contribuyó a crear un sistema bancario más ordenado y confiable, lo cual se ha demostrado en algunos periodos desafiantes posteriores. Esto ha contribuido a que el nivel de bancarización de la población continúe en ascenso, con todas las ventajas que esto tiene para el desarrollo económico nacional y de las personas.
La segunda consecuencia fue negativa. Se le dio un golpe considerable al desarrollo del mercado de capital en las bolsas de valores. Esto abarcó el avance que había hasta la fecha y cualquier crecimiento en tipos de productos que pudo haberse desarrollado posteriormente.
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