El problema con las exoneraciones fiscales, tal como se encuentran definidas en la actualidad, es parcialmente de administración. Todos coinciden en que los beneficios concedidos por los regímenes a las empresas deben limitarse y estar enfocados a la actividad estimulada de forma puntual.
Y es que el sistema actual se presta para una enorme cantidad de oportunidades para la corrupción, la malversación, y la evasión fiscal. Esto no va acompañado de una facilidad de acceso o condiciones iguales para las empresas, acentuando las deformaciones que impiden tanto la libre competencia como la recaudación efectiva.
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