La mejor forma de una sociedad tiene de transferir recursos de los que tienen más a los que tienen menos son las aportaciones voluntarias de dinero, tiempo u otros recursos. Con organizaciones de servicio honestas y eficientes se reduce el potencial para el despilfarro, la duplicidad, o la ineficiencia. Además, es mucho más eficiente y agradable que haciéndolo por medio del cobro de impuestos y administración burocrática.
Que nuestro país necesita enormes cantidades de recursos voluntarios para aliviar nuestros problemas sociales es innegable. Lo que ocurre es que nuestras organizaciones benéficas carecen en muchos casos de los medios adecuados para llegar a los potenciales contribuyentes. Si le sumamos a esto la desconfianza que generan algunas organizaciones no reguladas o transparentes que supuestamente se dedican a la beneficencia, descubrimos que hay un gran potencial no explotado de buena voluntad que está esperando solo las condiciones para comenzar a servir.
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