Para garantizar que las entidades de gobierno en los diferentes niveles nos den los frutos esperados, debemos estudiar sus resultados y ver cómo mejorarlos. Para el caso de los gobiernos municipales, casi cuarenta años de gobierno autónomo y más de veinte de elecciones directas nos dan un extenso material para estudiar.
Lo más evidente es que no existe diferencia entre la organización política de un municipio de menos de 5,000 habitantes y la de una ciudad de 2,000,000. A excepción del aumento en el número de regidores (10) en municipalidades arriba de 80,000 habitantes, no existe consideración de escala. Esto significa que una ciudad con una población equivalente a la total de Honduras en 1965 se puede gobernar como algo cuatrocientas veces más pequeño.
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