Cada gobierno se presenta el mismo problema: Administraciones de aduanas con poco o ningún compromiso con el Fisco Nacional que permiten la defraudación de millones de lempiras al Estado. Sanciones leves que nunca van más allá del despido o penas simbólicas para quienes incumplen con sus obligaciones y se enriquecen a expensas de este incumplimiento. Promesas del Gobierno de limpiar a adecentar las aduanas haciendo nuevos nombramientos de personal salidos de la misma clase política y con el mismo limitado compromiso hacia la hacienda nacional. El resultado es siempre el mismo: la falta de compromiso y de temor va ligado a las enormes tentaciones de sus posiciones hace que se vuelva a incurrir en delitos y se defraude masivamente al Estado.
Siempre ha sido un misterio para mí porque no hemos invertido una cantidad sustancial de recursos en crear un servicio aduanero o tributario nacional completamente profesional o apolítico. El dinero que mejor puede invertir el Gobierno (o cualquier ente) es en recaudación ya que cada lempira invertido en la misma resulta en muchos lempiras de ingresos adicionales. Hay que utilizar la analogía de la empresa privada, donde los procedimientos más estrictos y el mayor enfoque de la administración es en asegurar en cobrar todo el dinero que se les adeuda.
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