Para la construcción de una economía democrática de mercado, es necesario que la mayoría de la población tenga acceso a poder ahorrar y acumular capital de forma segura y con un buen rendimiento. La capacidad de ahorro repartida en la sociedad es un motor de desarrollo de inmensa capacidad para producir crecimiento futuro y garantía de bienestar y solidez para todos.
Los mecanismos de ahorro que tenemos actualmente se caracterizan por su precariedad (alto riesgo de pérdida), bajo rendimiento o limitación en cuanto a los productos disponibles. Estudiando estos tres aspectos, tanto el estado, las empresas y las instituciones financieras pueden trabajar juntos para brindar mejores condiciones.
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