Cicerón había sido un líder político, orador y pensador durante la postrimería de la república romana. Las estructuras políticas se iban volviendo cada vez más inestables, y finalmente terminaron cediendo ante la violencia y la ilegalidad. Después del asesinato de Julio César, arreciaron las sangrientas proscripciones y dejaron la fuerza como único árbitro y ley. Esto excluía de la vida pública a un pensador como Cicerón, que buscó su consuelo (por su carrera y por su patria) en una obra final.
Porque nadie puede ver más claramente lo que puede significar y representar una vida, más que alguien que teniendo una enorme capacidad de análisis, está obligada al ocio y tiene nula expectativa de volver al mundo de la acción (por lo que carece de ambiciones). Esto le deja únicamente la capacidad de reflexionar y compartir su conclusión.
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