Publicaciones en Administración pública
La firma electrónica

Cada documento que se firma en Honduras debe ser en físico para ser legal. Esto acarrea una enorme cantidad de ineficiencias sin brindar una seguridad adicional. La inmensa mayoría de los documentos que se firman son administrativos rutinarios, que no requieren mayor nivel de escrutinio o seguridad, pero para los que nuestra legislación requiere que exista una firma física. Todas estas firmas manuales requieren una enorme cantidad de gastos de papel, impresión, transporte, mensajería y tiempo; acompañado de que dependen de una custodia y archivamiento real, de complicado manejo y con riesgos de pérdida o extravío.

Afortunadamente, existen soluciones a este problema. La legislación de firmas electrónicas se encuentra vigente en más de 50 países (incluyendo Estados Unidos, Canadá y todos los miembros de la Unión Europea), dando un impulso formidable a la productividad general al dar más confianza, orden, seguridad y simplicidad a la firma de documentos.

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Como incentivar la probidad administrativa

Nuestro sistema para verificar el proceso de enriquecimiento de las personas que ostentan funcionar de confianza pública ha sido notoriamente ineficiente, sin importar las reformas que se le haga. Esta deficiencia ha sido producto de la falta de exactitud en las declaraciones de bienes, mecanismos de verificación y seguimiento posterior. Esta no es razón para creer que es imposible mejorar, ya que existen mecanismos que pueden permitir hacer más eficiente esta tarea.

La principal protección que tiene el declarante inescrupuloso es que puede inflar su cantidad de bienes o ingresos en la declaración jurada de bienes ya que esta no es sujeta a una revisión minuciosa y estricta en la realidad. La declaración del impuesto sobre la renta es un documento de gran valor para determinar la renta presuntiva de las personas. Considerando nadie declararía ingresos superiores a los reales, sino mas bien muchas personas buscan en la forma de reducir la cantidad que contribuyen al estado, este mecanismo realmente fiable para determinar los ingresos de las personas al momento de asumir un cargo. Si se piden las declaraciones de algunos años anteriores se puede crear un patrón de ingresos que sea conmensurado con la realidad.

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Los cuatro pilares de la seguridad publica

El arma principal de la sociedad contra la violencia es la Ley. No únicamente como determinante de las relaciones de respeto que la ciudadanía debe tener entre sí, además como un sistema que inspire temor a quienes pretendan transgredirla. Para que este respeto sea efectivo, es necesario que sistema lo inspire en todos sus componentes, ya que las deficiencias estructurales en alguno de ellos limita la eficiencia del conjunto.

La principal debilidad del enfoque tradicional en política de seguridad publica ha sido la concentración en algunos aspectos, generalmente los más visibles, o los que la opinión publica demanda a corto plazo. Son tradicionales el despliegue de efectivos de las Fuerzas Armadas en apoyo a los órganos de seguridad publica, y los anuncios de desarmes generales. Estas medidas pueden ser disuasorias (a un costo altísimo y con un efecto transitorio) sin atacar la naturaleza del problema. Aun medidas más sustanciales como el incremento de efectivos policiales y creación de unidades especializadas solo tienen un efecto limitado.

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¿Quién paga nuestras campañas?

Cuando una empresa de automóviles, gaseosas, o comida nos venden su producto en anuncios, nosotros sabemos quien lo paga, y que resultados tangibles espera. El anunciante sabe que para vender su producto este debe ser bueno, pero también debe publicitarlo. El éxito en nuestro sistema político también depende de dos factores principales: simpatía popular y dinero. Ambos factores son influyentes, en diferente escala según las circunstancias, pero su impacto en el proceso y la forma como se manifiesta es fundamentalmente distinto. Es imprescindible en una democracia que la manifestación de ambos factores sea limpia, transparente y ordenada.

En la manifestación de la simpatía popular hemos avanzado mucho. Hemos eliminado la coacción y la represión como instrumentos electorales validos. Se han separado las votaciones de los diferentes cargos de elección popular y se están abriendo los espacios de participación. Sin embargo, el poder del dinero sigue siendo tan subterráneo, arbitrario y peligroso como siempre. No existe ningún mecanismo que permita ordenar, o al menos conocer, quien paga por nuestras campañas políticas. Si no logramos corregir esto, no solo nuestra democracia continuara siendo un sueño, sino que intereses oscuros y desconocidos continuaran manipulando nuestro proceso político.

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