Cortinas de humo

Jose S. Azcona Bocock

Existen muchas maneras de confundir a la opinión pública, se puede hacer presentando soluciones irreales a los problemas para su discusión, enfocándose en aspectos pocos significativos o importantes, o simplemente representando de forma equivocada los anhelos de la población.  En el caso del sistema de elección de los Diputados la expectativa de la población es bastante clara, y sin lugar a dudas podemos partir de esta para estudiar las diferentes propuestas presentadas en torno al tema.

La población exige dos cosas: conocer quienes son sus Diputados, y votar directamente por ellos. Esto, lógicamente debe de ir ligado a un proceso de votación y escrutinio sencillo, no manipulable y entendible. Estos tres componentes deben ser equilibrados para obtener un sistema más representativo sin sacrificar la transparencia. 

Las propuestas en discusión adolecen de deficiencia en por lo menos una de estas tres áreas. Pueden incluir la selección personal a expensas de la simplicidad de proceso.  En los departamentos grandes (donde es más agudo el clamor por falta de representatividad) se utiliza una papeleta de un gran y ridículo tamaño escrutado con formulas matemáticas muy complejas, difícilmente manejadas en un centro de votación urbano, mucho menos el  de una zona aislada. Esto genera un potencial inmenso para el fraude, anulaciones de votos, y otras irregularidades electorales.

Quienes no aceptan este sistema primariamente se enfocan en una versión mejorada de la actual, con presentación de planilla informativa pero votada en colectivo.  Indudablemente que este sistema quita un poco de poder de decisión pero mejora la calidad del proceso de escrutinio.  Esto resultaría en una mejora sobre el sistema actual sin responder en definitiva a los clamores de la población.

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¿Estamos entonces en peligro de tener un proceso viciado o no representativo? Creemos que presentar estas propuesta sin otras alternativas constituye una cortina de humo bajo la cual se escuda la intención de mantener el control de la selección de legisladores en las estructuras políticas y no en la población.  Para lograr un sistema que garantice simplicidad en la elección y escogencia directa es necesario instaurar el sistema que temen las estructuras tradicionales políticas de poder: los distritos electorales.

Estos distritos, ya sean de uno o más miembros, al reducir la  cantidad de casillas o marcas,  permiten la posibilidad de dar el poder de escogencia directa a los ciudadanos sin crear una papeleta o acta que haga difícil mantener la transparencia del proceso.  Se lograría, al reducir la cobertura geográfica de una campaña, contacto más directo con los votantes y una mejor representación en el ejercicio de la función.  Los municipios de Francisco Morazán excluyendo el Distrito Central por su población deberían de tener cuatro diputados electos cuando en la práctica nunca se acercan a esta cantidad.  Esta deformación geográfica de representación disminuiría considerablemente.

Cada proyecto de reforma, desgraciadamente, debe de ser analizado por las intenciones de los formuladores además de por sus meritos.  Es importante plantear las reformas de una forma viable, ya que de lo contrario no se podrán efectuar.  Quienes las presenten mantendrán su imagen de demócratas intacta, pero el resto de la población perderá la oportunidad de construir un sistema político más representativo. 

(2004)