Crimen y castigo
Jose S. Azcona Bocock
Este es el titulo de una celebre obra de F. Dostoevsky, escritor ruso del siglo XIX. En ella, un homicida es angustiado tanto por el remordimiento que el castigo mas fuerte es producto de su propia conciencia, y para el ser enjuiciado y castigado judicialmente se vuelve una liberación de su carga moral.
Esta es una novela sicológicamente muy instructiva. Sin embargo, una sociedad organizada no puede confiar en la conciencia de las personas como agente de castigo del delito. Se requiere un sistema de castigo que sea proporcionado en intensidad y duración a la falta.
Enfatizo la palabra castigo, y no “rehabilitación”. La sociedad tiene un interés en la rehabilitación de las personas que delinquen, pero este interés disminuye al aumentar la intensidad del delito, en la misma manera que aumenta su interés en castigarlo. Por esto deben existir diferencias en el sistema carcelario para diferentes tipos de delito.
Otros sistemas establecen centros penitenciarios de máxima, mediana o baja. Esta designación es comprensible de conformidad con el riesgo de fugas o motines, pero además coincide con el mayor énfasis dado a la rehabilitación (baja seguridad) o al castigo (alta seguridad).
Para poder cumplir con estos fines diferentes se hace necesario crear centros penitenciarios de diferentes tipos. Es especial, se hace urgente la habilitación de una cárcel de alta seguridad orientada hacia el castigo de delitos serios. Este centro debe de tener varios fines: Aislar los criminales violentos y/o organizados de la sociedad, no exponer a la población carcelaria normal a semejantes elementos, y inspirar un severo temor al castigo entre los potenciales malhechores.
Este centro debe de ser ubicado lo mas remoto posible de la comunicación con la sociedad normal. Si esto se logra por medio de una situación geográfica aislada u otro sistema es debatible. Lo que es evidente es que mientras mas aislada se encuentre la población interna de visitas, medios de comunicación, etc. esto contribuirá a reducir su perfil y su nocivo contacto con la sociedad.
La población carcelaria normal (que esta ahí por delitos no violentos, u otros sin un vínculo con crimen organizado) no debe ser sometida a la mala influencia y brutalidad de parte de estas personas. Las estructuras criminales crecen y se solidifican en prisión, donde absorben individuos sin ninguna inclinación natural a formar parte de las mismas.
El temor al castigo es un arma de prevención del delito. El régimen en la cárcel de alta seguridad debe de ser militarizado, austero, igualitario, permanente y que obligue a los individuos a trabajar para ganarse el sustento. Restringiendo el acceso externo y evitando la compra de privilegios por dinero, prohibiendo las salidas por razones “medicas” u otras similares se pueden lograr un régimen severo y desagradable dentro del marco de la justicia, la equidad y el orden.
Los recursos necesarios para lograr estos fines pueden parecer excesivos. Sin embargo, el costo social de tener prisiones que son semillero de mas delincuencia y que no inspiran el respeto debido es muy superior a cualquier potencial erogación en la construcción de autentica Penitenciaría de Máxima Seguridad.
No puede contar la sociedad con la conciencia humana como arma única contra la ilegalidad. Es necesario que los recursos coercitivos necesarios estén disponibles para garantizar la justicia, la paz y el orden a todos los ciudadanos.
(2001, LT)