El calendario electoral

Jose S. Azcona Bocock

Si hay algo en lo que concurrimos la mayoría de los hondureños es en que nuestras campañas electorales son demasiado largas.  El proceso de la búsqueda de votos se ha vuelto excesivamente largo.  Esto implica -en muchos casos- un desgaste excesivo en los candidatos, la trivializacion de la campaña, y la limitación de la oportunidad de participación para aquellos que no pueden o no consideran correcto vivir de la política.  Aunque la solución mas discutida ha sido restringir las fechas de inicio del proselitismo, además se puede combatir este problema concentrando el proceso para reducir los gastos y el desgaste electoral prematuro.

Una reforma muy  fácil de implementar (y que causaría poca controversia) es la de realizar las elecciones internas de los partidos seis meses antes de la elección general (ultimo fin de semana de mayo), en lugar de un año, como es la norma en la actualidad.  La inscripción de planillas se podría llevar a cabo 120 días antes de la elección interna (ultima semana de enero).  El ciclo actual, desde la inscripción de planillas hasta las elecciones generales tiene una duración de 18 meses.  Con esta reforma se reduciría a 10 meses, con el efecto de hacer más liviana  la carga a los políticos y a la ciudadanía sin afectar la representatividad del proceso electoral.

El proceso político electoral, tal como esta concebido actualmente, consta de dos fases: elecciones internas y elecciones generales.  Por definición (y especialmente en un sistema bipartidista) las elecciones internas son abiertas, es decir, cuentan con la participación de diferentes fuerzas políticas muy flexibles como son las corrientes o movimientos internos.  Como los ciudadanos por lo general sienten poca lealtad institucional a los mismos, la importancia de permitir a los aspirantes llevar a los electores su mensaje amerita un proceso de una duración flexible.  Es decir, aunque se restrinja el gasto en publicidad o el proceso de campaña a este nivel la mayor parte del trabajo político se hace a pequeña escala y por tanto dará inicio cuando los aspirantes lo deseen.  Sin embargo, mover la fecha meta mas hacia el futuro definitivamente incentivara que la campaña comience mas adelante en el calendario.

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Una vez inscritas las planillas (independientemente del sistema que se utilice), favorece a la equidad en la búsqueda de votos que esta no tenga una duración muy larga o corta.  Un proceso muy corto no permite la posibilidad de llevar el mensaje a los electores.  Un proceso largo da ventajas desproporcionadas a los candidatos con los bolsillos más llenos, ya que su posibilidad de saturar al electorado publicitariamente y mantener una organización logística elaborada (incluyendo políticos a tiempo completo- que no necesariamente son los ciudadanos más idóneos) da mejores resultados a largo plazo.  Por tanto, es recomendable fijar un periodo fijo, posiblemente de 120 días para hacer esta campaña. 

Las elecciones generales son diferentes en algunos aspectos importantes.  En primer lugar, los actores son bien conocidos por el electorado, y gozan de una imagen institucional definida.  Además, no existen tantas ofertas como en la elección interna.  Por tanto el plazo de campaña de un año que existe en la actualidad es irrisoriamente largo.  Además de las razones aparentes de cansar a la ciudadanía, paralizar la labor ejecutiva y legislativa del estado, y promover el gasto excesivo de recursos económicos escasos, no promueve en nada la participación ciudadana o la democracia de la elección.  Igual que en las elecciones internas, una campaña muy larga favorece desmesuradamente a quien tenga acceso a mayores recursos económicos y la fortuna de contar con un equipo político a tiempo completo.  No hay ninguna justificación aparente para mantener la duración actual de un año para este proceso. 

No debe ser la intención de ninguna reforma disminuir la importancia o apertura del proceso electoral.  Sin embargo, la reducción de la politización excesiva que es resultado de procesos electorales tan largos debe traer consecuencias positivas para Honduras, además de contar con el apoyo decidido de la mayoría de nuestros conciudadanos.

(2000, LT)