La educacion del siglo xxi

Jose S. Azcona Bocock

No existe duda de que el principal aspecto en determinar el progreso de una nación es su nivel educativo.  Este nivel educativo lo podemos medir de dos formas: cuantitativo (cobertura, tasas de escolaridad, etc.) y cualitativo (resultados reales).  Existe una tendencia oficial de enfocar los esfuerzos oficiales en atender las necesidades cuantitativas del problema: mas aulas, mas plazas de maestros, mas matricula.  Estas, indudablemente, son valiosas contribuciones a la mejoría del sistema de educación, pero no constituyen una solución global.

Se puede observar, tristemente, que hay personas con tres años de escuela primaria completado que apenas pueden firmar, sumar o reconocer letras y otros que han terminado la primaria y no pueden leer una oración completa o multiplicar dos por dos.  Ellos pasaron por el sistema educativo sin que este pasara por ellos, y no es porque carecen de inteligencia.  Para ellos, una mayor cobertura ya fue una realidad, mas no sus frutos anhelados.  Una educación deprovista de calidad engaña a todos: al estado, al futuro empleador, y más que todo al mismo alumno. 

Para mejorar la calidad de los resultados es importante mejorar la calidad de los agentes de los mismos.  Es necesario mejorar el nivel de la educación de los maestros para que este resulte en  una mayor productividad en la enseñanza.  Un mecanismo para lograr esto es elevar el grado educativo de los nuevos educadores.  Esto podría implicar convertir el magisterio (nivel primario) en una carrera de educación superior de dos años (bachillerato universitario), formar Licenciados (4 años de educación universitaria) para los puestos de enseñanza a nivel medio y Postgrados a nivel de educación superior.

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En el nivel Primario, Este seria un proceso en varias fases que podría incluir la transformación, a mediano plazo (cinco años o menos) de las Escuelas Normales en centros de estudios superiores.  Requeriría, además, de un proceso de extensión educativa para elevar el nivel académico de los maestros titulados.   El mismo proceso se llevaría a cabo para los demás niveles de forma concurrente.  Al finalizar un periodo de aproximadamente 10 años contaríamos con un cuerpo docente que fuera mucho mejor preparado y más eficiente que el actual.

Para lograr este objetivo seria necesario lograr una capacitación más extensa y refuerzo  de los cuadros de instrucción de los centros de formación docente.  Es decir, el proceso de formar los instructores de las Escuelas Normales y de la Universidad Pedagógica Nacional deben comenzar con bastante anticipación, para asegurar el éxito del programa.  La U.P.N. se debe expandir para llegar a ser un centro de estudios educativos a nivel post-universitario de primer orden.

Esto debe de ir ligado, naturalmente, a un mejoramiento de la infraestructura y las condiciones de vida de nuestros futuros maestros.  Tuve la oportunidad de estar en la Escuela Normal España (Villa Ahumada) en Danli, donde existe un cuerpo docente de primer orden y una tradición y compromiso con la excelencia.  Sin embargo, existen aulas dilapidadas, se alojan 12 alumnas en habitaciones de 15 metros cuadrados, con facilidades sanitarias antiquísimas y deterioradas.  La condición material estos centros debe mejorar de forma simultanea con el ascenso académico  al convertir cada Escuela Normal en centro de educación superior,.

Es posible que los gremios presenten alguna oposición a los aspectos operativos de un plan de reforma con estas líneas.  En primer lugar se referiría a la estabilidad laboral y derechos adquiridos.  Creemos que estos deben ser respetados y mantenidos, junto con el reconocimiento de una nación agradecida a quien han formado.  Sin embargo, el sistema educativo no puede seguir estancado.  La reforma no se da a cabo de un solo golpe, solo se puede dar con un compromiso firme a largo plazo de invertir en nuestro futuro.   

(2000, LT)