El censo de 1887 digitalizado: introducción
Jose S. Azcona Bocock
El Censo General de la República de Honduras de 1887, compilado por don Antonio R. Vallejo, representa un paso importante para el Estado de Honduras para aprender a conocer su propia realidad. Aunque desde tiempos de los romanos y otros pueblos antiguos se acostumbra censar a la población y también recolectar información sobre sus bienes y habitaciones, nuestro país había sido incapaz durante todo el periodo de la independencia hasta llegar a la reforma liberal de medir su población o las condiciones de vida de la misma. Aun el gobierno colonial había producido censos muy parciales e inexactos.
El enorme esfuerzo y la originalidad de quienes lo llevaron a cabo es evidente en todo este documento. Este censo adolece de una serie de fallas, las cuales son mitigadas primariamente por la admisión clara de las mismas. Estas refieren a los lugares donde no se podía censar y a las dificultades de alcanzar algunas poblaciones apartadas, e igualmente de compilar resultados con la dificultad de las comunicaciones y los bajos niveles culturales y de educación. Mucha información se presentaba sin las condiciones de tabulación requeridas. Al construir el censo notamos esas limitaciones, así como las resultantes de una tabulación manual. Esta no permitía poder hacer un análisis estadístico y hacer comparativos sobre las diferentes regiones del país.
El censo está completo para 12 departamentos actuales del país, y para los que no aparece tabulado completamente se puede obtener la información restándola del total, ya que no se publica en su totalidad. Se logra una muestra bastante aceptable del territorio y con detalle minucioso por municipio.
La información incluye la división política territorial y cuánta población hay en cada uno de los diferentes municipios, aldeas y caseríos del país, incluyendo una clasificación entre indígena y ladina. Nos divide la población por cohorte de edad, lo que es bastante importante para poder determinar lo que era la demografía. Censa las nacionalidades, capacidad de leer y escribir y religiones de las personas que residían en el país. En estos años se había comenzado con el concepto de la libertad de cultos (anteriormente el ejercicio de la religión que no fuese la católica) con excepción del territorio de islas de la Bahía y la Mosquitia, donde había una toleración de religiones basada en tratados. La gente podía declarar la religión que pusiese, pero la inmensa mayoría de la población, arriba del 99%, se declaraba católica.
Se clasifica la población según la imposibilidad o impedimento físico que tiene, definiendo distintos tipos de discapacidad física o mental. Define a las personas de acuerdo a sus capacidades electorales (que tienen que ver con la educación y con la propiedad) que tienen de elegir y ser electos a cargos públicos.
Cuenta a la población de acuerdo a sus profesiones u oficios. Esto permite construir un mapa económico basado en las actividades que se desempeñan en cada lugar. Si lo unimos a lo que es el anuario de rentas del año de 1890, construimos un mapa económico más completo. Estos son los primeros años en los que se puede dibujar con algo de claridad lo que era la realidad social y económica nacional; y de fuentes completamente hondureñas.
Este libro lo encontramos digitalizado en el portal de la Biblioteca de la UNAH en un formato de fotografía. Este proyecto requería hacer una conversión de un sistema de tabulación que era limitado por la tipografía y por las formas de compaginación que estaban disponibles en ese tiempo. Por tanto, requirió una cantidad considerable de horas de esfuerzo lograr cuadrarlo y más que eso lograr hacer que los números se volvieran comparables entre sí y lograr homologarlo de modo de que se pudieran unificar todos los datos.
Hemos podido hacer una reconstrucción de estos cuadros, para el acceso a los investigadores o amantes de la historia de nuestro país. Reconstruir distintas partes de nuestro pasado es un ejercicio valioso para entender nuestro presente.