¿Los ciudadanos y el poder?

Jose S. Azcona Bocock

Hemos visto durante esta década el surgimiento del concepto de “Sociedad Civil”, junto con otros relacionados como el concepto de convergencia entre sectores y el crecimiento en numero, poder, e identidad de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG).  Estas tendencias tienen como objetivo la descentralización y la devolución de poder a los ciudadanos, reduciendo el protagonismo del gobierno en muchos campos de la vida nacional.  Estos objetivos son loables, y deben ser apoyados decisivamente por el gobierno y la misma sociedad.

Haciendo un análisis de este proceso vemos que gran parte del proceso ha consistido en que el gobierno central mantenga todas sus funciones mientras delega en organismos menos representativos y bajo menos escrutinio legal y publico alguna parte del proceso de toma de decisiones y manejo de recursos.  Se pretende ahora, en algunas propuestas políticas, institucionalizar este fait accompli creando estructuras de representación corporativista y otorgándoles funciones constitucionales.  Estas propuestas, a pesar de las buenas intenciones de quienes las propugnan, pueden conducir a una mayor burocratizacion del estado, una reducción en la representatividad popular, un manejo más irresponsable de nuestros recursos, y un peligro latente para nuestra democracia.

Para estar alertas ante este proceso, debemos entender lo que es el corporativismo.  Este modelo de representación se basa en la idea de que la sociedad esta compuesta de grupos de poder (empresarios, profesionales, obreros) cuya existencia es orgánica y cuyos intereses son homogéneos.  Si se juntan representantes de cada uno de estos sectores,  se obtiene una representación más exacta de los intereses nacionales que con el sistema democrático representativo.  No se encuentran ejemplos de la implementacion de este sistema en ninguna democracia, pero sí en regímenes autoritarios (generalmente de tendencia totalitaria de izquierda o de derecha):  La Cámara de Corporaciones en la Italia de Mussolini, GOLKAR en la Indonesia de Suharto, la lista única en la Polonia y Alemania Oriental comunistas.

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Este sistema solo se puede implementar creando un nuevo poder del estado, con el consiguiente crecimiento de la burocracia y el gasto.  Cualquier estructura orgánica nueva que se cree tendrá una tendencia a crecer y acaparar mas poder y recursos.  Haciendo más engorrosos los procesos, elevando la carga tributaria y alejando mas todavía el poder del ciudadano común difícilmente se puede decir que se esta avanzando en la democratización y liberalización de nuestra sociedad.  

Otro problema que se presenta es que el ciudadano tiene menos voz y voto en las decisiones en un sistema corporativista.  Nos imaginamos una conferencia o congreso designado bajo este sistema: los representantes serian los mismos de siempre, que pertenecen a diez o mas organizaciones y que se abrogan el derecho de hablar por todo el pueblo hondureño bajo el nebuloso concepto de “Sociedad Civil”.  El pueblo carecería, no solo de representación efectiva, si no además de la posibilidad de acceder a la misma.  Nuestro actual sistema de representación tiene severas fallas también, pero reformándose se tiene la posibilidad de que cada ciudadano participe con poder de decisión.  Como dijo Winston Churchill: “La democracia es un sistema malísimo de gobierno, pero es el menos malo de todos los sistemas desarrollados por la raza humana”.

El problema final, aunque muy lejos de las ideas de sus propulsores, es la fuerte posibilidad de manipulación de los representantes por parte del poder publico.  Esta es la razón por la que las dictaduras fascistas han tenido una preferencia por este modelo.  En este sistema los representantes no lo son del pueblo, si no de una organización, por lo cual pueden ser removidos con una mayor facilidad.  Las autoridades no deben convencer a todo el pueblo de las bondades de sus decisiones para conservar y utilizar el poder, si no únicamente las cúpulas de algunas organizaciones.     

Los hondureños debemos promover una mayor descentralización y poder ciudadano en la vida nacional, pero no a expensas de las funciones constitucionales de nuestros órganos representativos.  El poder se debe devolver por medio de las comunidades locales o reduciendo la excesiva regulación y burocratizacion que aplastan al ciudadano en su esfuerzo por alcanzar una vida mejor.  Mas estructuras, especialmente sin representación efectiva, no son la solución.

(2000, LT)