Una politica vial

Jose S. Azcona Bocock

Nuestras vías de comunicación terrestre en la ciudad capital crecen a un ritmo muy inferior que el crecimiento del tráfico. Si bien tenemos como causas la muy irregular topografía de la ciudad, el alto valor de la tierra que encarece las indemnizaciones, y la escasez de recursos para invertirse en la misma, no podemos excusarnos de buscarle soluciones creativas e inteligentes que ayuden a mitigar este problema.

En primer lugar, debemos de ser más estrictos con la proliferación de construcciones dentro de los derechos de vía ya existentes. Es inexcusable que se esté permitiendo que las personas se salgan de sus propiedades e invadan los derechos de vía sin ningún temor a sanción alguna. Si conjugamos este problema con el hecho de que los derechos de vía utilizados son los que se previeron al momento inicial de construir estas calles y no han sido ampliados descubrimos que tenemos un severo problema de invasión de estas vías.

Para resolver esto recomendaríamos que quien construye ilegalmente dentro de la propiedad pública no pueda hacerse acreedor a una indemnización por la demolición de su propiedad, ya que esta estaba ubicada dentro de un terreno ajeno (derecho de vía). Como ocurre en los casos donde particulares construyen en terrenos propiedad de otra persona, con conocimiento previo, no debe de haber indemnización. Es necesario además ampliar el derecho de vía de las avenidas principales y censar las construcciones existentes en este momento para congelar no solo el valor catastral de la tierra sino también el valor de las construcciones. Cualquier plusvalía mas allá de esta fecha debe pertenecer al Estado.

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Otra razón importante para no descongestionar nuestra ciudad es que queremos únicamente utilizar métodos caros y elaborados para absorber más tráfico: bulevares, pasos a desnivel etc.. No nos percatamos la mayor congestión es producto de intersecciones inadecuadas conjugado con que no hay coincidencia entre la infraestructura adicional para el transporte público (buses y taxis) y la realidad. Se debe en las intersecciones importantes que detienen el tráfico construir un carril adicional hacia su derecha, retirando además la bahía de buses o taxis. Esto debe de ir ligado al ensanchamiento de vías en todas las arterias principales de la ciudad, todos los bulevares se pueden ensanchar de cuatro a seis carrilles sin necesidad de ampliar el derecho de vía actual.

Otra limitante a nuestro desarrollo vial es que pretendemos saltar del camino de herradura a la autopista de un solo paso. Si el anillo periférico de la ciudad se hubiese construido como una carretera de dos carriles provisionalmente hace quince años los ahorros a la economía hubiesen superado con creces cualquier inversión hecha en la misma. Como esperamos hacerlo todo completo, seguimos esperando que se termine la última etapa, con más de diez años de retraso. Hay que abrir las calles no en su forma final esperada sino de manera que simplemente cumplan con su función.

Somos demasiado poco imaginativos en ir previendo rutas de alivio a futuro. Vemos que se construye urbanización tras urbanización de forma sucesiva sin ampliar las vías de acceso que llevan a ellas. Al igual que un sistema de drenaje que colapsa si se le sigue agregando abonados sin ampliar la tubería, el sistema vial colapsa por falta de capacidad y crecimiento.

Resolver nuestro problema vial es una tarea muy compleja, sin embargo debemos recurrir a recursos más allá de la simple inversión, ya que nuestra capacidad para ello es muy limitada. Toda nuestra creatividad y previsión pueden ser más beneficiosos que las inversiones puramente económicas.

(2005, LT)