¿Vivienda para la gente?

Jose S. Azcona Bocock

Una de las acciones del actual gobierno que más enfatizo y se le pretendió dar prioridad era el programa de desarrollo de viviendas denominado ¨Vivienda para la Gente¨. Su concepto era de unir a la banca, los interesados, los constructores y el Gobierno de un esquema claro, estandarizado y reproducible para ayudar a reducir el creciente déficit de Vivienda.  El sector que logra crear mas fuentes de empleo y dinamismo en la economía de las comunidades es la construcción, así que sus beneficios van mas allá de la clara mejora en la calidad de vida de todos.

Desgraciadamente, y sin hacer una análisis político, el proyecto no ha dado los resultados esperados. El estrecho marco, las trabas burocráticas, el desinterés de las instituciones financieras, la no participación municipal, y otros factores han contribuido a que este proceso no haya podido efectuarse de una forma dinámica.  Sin embargo, este no es motivo para que el Estado abdique de su responsabilidad en este campo. Pudiendo utilizar los esquemas existentes como base, se puede construir un sistema viable de promoción de desarrollo de soluciones habitacionales.

En primer lugar las propuestas deben de volverse más flexibles.  No podemos proponer  una casa con un precio estandarizado,  con un sistema único de cuotas o financiamientos. Esto deberá depender de la geografía,  la economía local, o de las diferentes condiciones socioeconómicas de los interesados.

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Ha existido un prejuicio contra la inversión en viviendas dirigidas a un sector  con un mayor poder adquisitivo (las que pueden oscilar entre los trescientos y quinientos mil lempiras), ya que se considera que estas no son para los sectores más pobres.   No obstante, quienes proponen excluir de este proceso a este sector, están olvidando que el déficit de vivienda es global, y que al construir mas viviendas para los sectores medios se están habilitando mas viviendas para los más pobres (las que se desocupan). Estas  no requieren un subsidio de parte del Estado, pero si su participación como gestor y agilizador de los proyectos, y que de las condiciones para que la banca pueda financiar los proyectos a largo plazo.

Estamos olvidando además que el déficit no se constituye únicamente de las viviendas que se necesitan construir, sino también de las que se encuentran en deplorables estados y no reúnen las condiciones de higiene y salubridad necesaria. Es necesario que el Estado retome los esfuerzos en la construcción de pisos de concreto, letrinización, acceso a agua y saneamiento en las zonas rurales y menos desarrolladas socioeconómicamente para  mejorar la calidad de vida inmediata de quienes habitan en estas comunidades.

Existe además la necesidad que las personas tengan un mayor acceso a poder financiar sus propias mejoras en sus casas de habitación.  Este acceso esta limitado principalmente por la baja proporción de viviendas tituladas (especialmente entre las que más inversión requieren), lo que las pone fuera de poder ser utilizadas como garantía hipotecaria.  Por tanto urge que entre en vigencia la Ley de la Propiedad, ya sea en su forma actual o modificada, para asegurar este acceso.

El déficit de viviendas en Honduras excede las 600,000.  No existe una solución única ni permanente, aunque si no actuamos la brecha entre la necesidad y la dotación aumenta.  Por tanto es necesario que ataquemos este problema desde diferentes perspectivas para lograr reducirla, para beneficio de todos.

(2004, LT)