A medida que las organizaciones crecen, es necesario desarrollar nuevos mecanismos para asegurar que los procesos sigan las mejores prácticas. Esto incluye, además de los aspectos obvios como la corrupción y el despilfarro, otros elementos menos intuitivos. Entre estos pueden estar el balance laboral, redundancias o ineficiencias en los procesos, bajo desempeño encubierto y otras situaciones similares. Lo más importante es que estos mecanismos brindan herramientas para mejorar la organización y sus procesos, permitiéndole operar con mayor eficiencia y profesionalismo.
He tenido la oportunidad de participar en la implementación de un sistema de auditoría interna en una empresa, lo cual me ha dado cierta experiencia en el tema. En primer lugar, esta función no forma parte del engranaje jerárquico de la empresa. Uno de los errores más comunes es incluirla en el área administrativa o financiera, lo que limita su capacidad de desarrollo y su independencia. La unidad de auditoría interna trabaja para la Junta Directiva, actuando como sus ojos y oídos dentro de la organización.
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