Hacia un gobierno municipal representativo
Jose S. Azcona Bocock
El Distrito Central es un municipio de mas de un millón de habitantes. Incluye casi el 20% de la población nacional, la cual es aproximadamente equivalente a la población total de Honduras en 1945. En 1945, y desde mucho antes, Honduras estaba dividida en departamentos y municipios legalmente constituidos. Estos contaban con alguna autonomía, enviaban representantes al congreso, etc. y como resultado se lograba algún respeto y equidad en la atención de los intereses de las diferentes comunidades. Así se lograba además cercanía del aparato estatal con el ciudadano.
¿Se imagina Usted, amable lector, como se hubiese gobernado el país de mas de un millón de habitantes sin departamentos ni municipios legalmente constituidos? Esta es exactamente la situación que tenemos en el Distrito Central, donde contamos con un gobierno municipal donde legalmente todo el poder de decisión esta concentrado en una pequeña corporación elegida por planilla. Esto significa que únicamente el alcalde es electo por los capitalinos (lo que no ocurre siempre) ya que los ciudadanos no pueden escoger regidores. Los barrios y colonias no tienen representación legalmente, lo que forzosamente resulta en un gobierno municipal poco democrático y una repartición de beneficios poco equitativa.
Para solucionar este problema, se podría dividir la ciudad en distritos para efectos electorales y definir prioridades para la ejecución de proyectos. Basado en los resultados del censo electoral se podrían crear diez, veinte o treinta distritos de igual cantidad de votantes. Estos distritos deberían de ser lo más compactos posibles para facilitar la representatividad. Existe una gran cantidad de ventajas en este sistema, que con diferentes variaciones se utiliza en muchos otros piases desde hace tiempo con gran éxito. Las razones por las cuales conviene este sistema conviene analizarlas en detalle.
En primer lugar, cada ciudadano tiene a quien recurrir con sus reclamos en caso de existir necesidad de acudir a las autoridades superiores. No seria el alcalde quien tuviese responsabilidad única ante toda la población, si no que este canal de comunicación se multiplicaría, al establecer una multitud de interlocutores oficiales electos a los que puede acudir la población. Las personas sentirían un sentido de identidad con su ciudad mayor que el actual, con sus innumerables beneficios indirectos.
Se puede hacer una planificación de inversiones y atención de una manera más eficiente ya que cada regiduria o distrito puede servir de agente para el enlace directo con las comunidades para priorizar y concebir proyectos, definir prioridades de mantenimiento y atención, etc. Se entiende que un “cabildo abierto” es una excelente manera de que las comunidades organicen sus aspiraciones, sin embargo un cabildo abierto para un millón de personas no es factible, en cambio veinte foros públicos para igual cantidad de personas pueden asegurar la toma de decisiones mas de acuerdo con las aspiraciones de la población. Cada barrio y colonia tendría representatividad, por lo que la distribución de recursos seria más equitativa.
El gobierno local, en su totalidad, en realidad es responsable ante el pueblo. Estos regidores, y quienes aspiren a sucederlos, no dependerán del maniobraje político, del compadrazgo, ni del dinero para su elección y permanencia en el cargo, si no del buen desempeño de sus funciones o planteamientos, juzgados por el sufragio de los electores de su distrito.
Existen algunas posibles objeciones a este sistema: en primer lugar, no se respeta el sistema de proporcionalidad política. Es decir, es posible que minorías políticas significativas sean subrepresentadas. Esta es principalmente una diferencia de enfoque: la política municipal es fundamentalmente diferente de la nacional. En la segunda, se define el rumbo ideológico y político del país, por lo que las estructuras partidarias deben tener una participación preponderante. En la primera, se definen asuntos de carácter local que tienden a estar mas relacionados con la capacidad de brindar soluciones practicas a los problemas, por lo que debe depender menos de estructuras organizativas y más de una representatividad a nivel base.
Es imperativo reformar nuestras estructuras de gobierno municipal para la capital y las ciudades mayores del país. El crecimiento de la autonomía municipal debe ser acompañado por el desarrollo de la democracia municipal para en realidad lograr el objetivo de crear un sistema de gobierno mas transparente, representativo y justo.
(2000, LT)