La apuesta a la industrialización
Jose S. Azcona Bocock
Nuestra competitividad como país, en términos de poder exportar o producir para consumo local, depende de los costos locales comparados con los de nuestros competidores potenciales. Estas ventajas o desventajas comparativas sufren de variaciones a lo largo del tiempo. Debido a nuestro pequeño tamaño de economía, el efecto depende más de la evolución que tienen economías de mayor tamaño.
La actividad industrial básica requiere de múltiples insumos y, para ser competitiva, el costo de la combinación de estos debe ser menor que el del rival. Estos incluyen transporte, comunicaciones, energía y el costo de la mano de obra. Entre más elemental es la actividad, el factor costo de mano de obra se vuelve más importante. Para actividades más elaboradas, el efecto disminuye, pero no deja de ser sustancial.
Hemos visto en esta década un incremento sustancial y sostenido en los costos de producción en las economías industriales en vías de desarrollo, especialmente las asiáticas. Si tomamos el ejemplo de la República Popular China, su salario industrial promedio ha pasado de 20,000 a 65,000 yuanes (más del triple) en una década con una apreciación de moneda frente al dólar de EE.UU. de más de un 10% (7.60 a 6.75 por dólar). Esto significa que sus costos reales se han casi cuadruplicado. Adicional al aumento de salarios, esa economía tiene el desafío de tener cada año una menor población activa laboralmente. De un pico de 796 millones de empleados en el 2014, el número ha ido descendiendo gradualmente, a un ritmo aproximado de cinco millones al año (fuente: statista.com).
Ambos factores juntos reducen de una manera progresiva la ventaja comparativa que puede tener en las actividades industriales extensivas en mano de obra. La población de mayores ingresos tiene un consumo más alto, por lo que una mayor proporción de las capacidades se requieren para atender el mercado interno. Por tanto, aumenta el costo y se reduce el número dedicado a la exportación por dos causas distintas. La tendencia esperada es que estos tres factores continúen y su efecto se magnifique al converger la economía china con las más desarrolladas.
El efecto se está dando en mayor o menor grado en las demás economías del este o sureste asiático, que han sido los motores del crecimiento de la industria mundial en las últimas décadas. Si bien faltan algunas regiones que todavía tienen potencial de crecimiento mayor (especialmente el sur de Asia y África), el enorme tamaño de las economías que están evolucionando en este proceso indicaría que el efecto general de la mejoría en nuestra competitividad teórica es sustancial.
Nuestra ventaja comparativa deriva entonces de la mayor prosperidad de otros, no de ningún cambio cualitativo nuestro. Sin embargo, esta no es razón para despreciar las oportunidades que se nos presentan. Es posible no hacer nada y continuar con un crecimiento en el sector de un 3% o 4% similar al de nuestra economía, pero con eso no saldremos del atraso. Existen una serie de acciones que nos pueden ayudar a prepararnos mejor para aprovechar esta coyuntura.
Debemos definir como política de estado, tal como en la década de 1980, establecer polos y desarrollar zonas industriales. Además de la industria maquiladora con régimen especial, esto debe incluir la industria sustitutiva de importaciones y la destinada a la región. También debe incluir simplificar los enormes trámites, incentivar la inversión en la industria y mejorar las condiciones legales para la inversión.
En segundo lugar, debemos apoyar la competitividad atacando los costos que más inciden (después del laboral) en la producción. Es necesario trabajar en abaratar nuestros costos de energía eléctrica, flexibilizando las condiciones para la autogeneración y compra directa. Además, se debe mejorar la eficacia del transporte terrestre y marítimo en factores de tiempo y dinero.
Y por ultimo, debemos creer en el futuro y permanencia del sector. Las empresas con capacidades industriales adormecidas o con capacidad de expansión deben estudiar esta coyuntura para decidir invertir más. La banca debe estudiar cómo financiar expansiones de planta y equipo, las cuales requieren financiamiento a largo plazo. La etapa de defensa está concluyendo, y se acerca la de avance y crecimiento si tenemos la visión y energía para aprovecharlas.
Versión Completa del publicado en Diario La Prensa 28 de septiember y 5 de octubre 2020