Posibles efectos de los cambios demograficos

Jose S. Azcona Bocock

La segunda manifestación del “abultamiento” demográfico de la población de adolescentes jóvenes es el aumento en las tasas de violencia y de los desafíos del desplazamiento acelerado de personas. La migración interna (urbanización) y la emigración, constituyen factores que aumentan la incidencia de la violencia en condiciones de seguridad pública estable. Es decir, sin contar el efecto del crecimiento del tráfico de drogas, crimen organizado y grupos delictivos, las condiciones están dadas para un nivel de violencia creciente.

Es un hecho probado por las ciencias sociales que la cantidad de violencia en una sociedad está correlacionada con la cantidad de adolescentes y adultos jóvenes, en particular del género masculino. Las estadísticas del Observatorio de Violencia de la UNAH indican que las edades entre 20 y 34 años son víctimas de homicidio a una tasa global del doble del promedio (no hay estadística de hechores), que se puede interpretar como una doble propensidad a participar en actos de violencia que la población en general.

Igualmente, la tasa de homicidios en las cabeceras departamentales (que es lo que más coincide con la población urbana, para un modelo simplificado) es superior al resto de los municipios en un promedio de un 65%. Esta población urbana continúa aumentando en términos absolutos y también relativos, gracias a la continua mudanza de personas de comunidades rurales a asentamientos más grandes. 

Esta migración interna actúa primeramente poniendo presión en las débiles estructuras sociales, al introducir más personas a comunidades que pueden dar servicios precarios a las ya residentes, que en su mayoría también son llegados recientes. Si a estos se le suma la emigración de madres y padres, vemos que solo mantener el status quo requiere un esfuerzo adicional. 

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La explosión de población joven en países menos desarrollados y en zonas rurales, migrando hacia las ciudades y países más desarrollados es un patrón histórico global. En una población con un bajo nivel de desarrollo, el crecimiento se manifiesta en la población rural, y la vía de escape más cercana es la ciudad. 

La urbanización de los países desarrollados en los siglos XVIII y XIX fue producto sustancialmente del excedente de jóvenes en los campos, que nutrieron con su trabajo el crecimiento de las florecientes y novedosas industrias. Este proceso se ha repetido en otros países que tienen un desarrollo posterior, incluido Honduras, donde los índices de urbanización han crecido más rápidamente con el crecimiento de la población.

La emigración también es afectada por los mismos factores. Históricamente, al haber una explosión demográfica, estás grandes cohortes, al llegar a adultos, buscan un escape más lejano. Con posibilidades materiales más abundantes y horizontes mentales más amplios, la emigración crece de manera acelerada. Esto lo vemos en México (que tiene patrones demográficos unos 25 años más avanzados que los nuestros), donde entre 1970 y 2010 salieron decenas de millones de personas. Igualmente, las oleadas de migración de Europa antes de la Primera Guerra Mundial correspondían a este ciclo de crecimiento poblacional acelerado.

El panorama pareciera desalentador si consideramos únicamente estos elementos. Afortunadamente, el crecimiento en la población joven tiene otras ventajas que, potenciadas adecuadamente, compensan más que ampliamente los costos de integración y control. La urbanización permite educar y dar servicios a las personas más fácilmente. Igualmente, nos hace más competitivos para las actividades industriales y otras que requieran concentración de personas. La emigración nos fortalece económicamente, y el retorno de una parte de los que han salido nos trae conocimiento y habilidades nuevas. 

Este es un fenómeno transitorio. Al irse estabilizando de nuevo el crecimiento poblacional y al haber logrado una alta tasa de urbanización, será mas fácil ir lidiando con los retos restantes.  Mientras tanto, no podemos actuar como si este fuera un problema que no existe o es una obra de la naturaleza, sin agencia o conocimiento de los hechos. Debemos estudiarlos y ver las experiencias de quienes nos han precedido para tomar lecciones que nos permitan tener confianza en prepararnos para el futuro.

Versión Completa del publicado en Diario La Prensa 14 y 21 de septiember 2020