La cara limpia de Honduras
Jose S. Azcona Bocock
Nuestro Servicio Exterior ha tenido una historia muy interesante. En él han servido los mas ilustrados y decentes patriotas, juristas de primer orden, e intelectuales de prestigio. Junto con ellos han servido prófugos de la justicia, arlequines y timadores, narcotraficantes y drogadictos, hijos mediocres e hijas casaderas de los poderosos. Ha servido para premiar amantes o exiliar informantes indiscretos. En fin, a pesar de existir una cantidad de buenos funcionarios (una buena parte de ellos), el sistema ha sido abusado históricamente de una forma muy irresponsable. Esto es doblemente doloroso: nos afecta terriblemente la imagen en el exterior, y además hace que los limitados recursos del estado sean malversados.
Creemos que los problemas del servicio exterior caen primariamente dentro de dos categorías: selección de personal, y estructuración de la carrera. No existe una forma estructural de corregir estos problemas en la actualidad, por excesiva que sea la buena voluntad de las autoridades si no se elimina la arbitrariedad en los procesos de nombramiento y promoción. Es imperativo establecer una estructura organizada de forma legal en estas dos áreas para lograr un servicio exterior serio.
El primer problema es de fácil solución (aunque difícil implementación) debido a la alta demanda que hay por los cargos diplomáticos y consulares. Existe una variedad de criterios objetivos y subjetivos que considerar, y contamos con personas con suficiente experiencia y capacidad para evaluarlos. Los criterios objetivos son muy obvios y de fácil medición: preparación académica (de preferencia en el ramo), idiomas y cultura intelectual (geografía, historia, política internacional y economía). Los criterios subjetivos son más complejos: presentación, conducta personal, potencial para hacer carrera, etc. Para estos criterios existen mecanismos para hacer mediciones comparativas de capacidad, que si bien no son perfectas pueden dar una buena idea de la capacidad de las personas. Nadie debe poder acceder al Servicio Exterior si no es a través de un proceso competitivo, justo y transparente.
El segundo problema es de estructuración. En la actualidad existe una estructura de posiciones, jerarquías y salarios. Sin embargo, se puede irrespetar cualquier graduación (de experiencia o capacidad) cuando se procede a hacer los nombramientos. No solamente debe de ser limitado y objetivo el acceso al servicio exterior sino también el crecimiento dentro de este. Unicamente si se establecen claras reglas sobre el avance dentro de la jerarquía (experiencia y capacidad), visiblemente aplicadas, se podrá asegurar la presencia de funcionarios capaces y competentes a todos los niveles. Las únicas posiciones fuera del régimen del servicio exterior deben ser las de representación política (Embajadores), ya que cumplen una función de representantes del Sr. Presidente de la República, aunque este se debe inclinar por escoger dentro de lo posible de personas con la experiencia adecuada para cumplir dichas funciones. Los cónsules y los funcionarios subalternos de las embajadas y consulados no cumplen una función política por lo que su nombramiento no debe depender de estas consideraciones y debe de estar abierto únicamente a los profesionales del Servicio Exterior.
Como el ultimo componente de un Servicio Exterior eficiente y serio tenemos la transparencia. La Secretaria de Relaciones Exteriores debe poder publicar la lista completa de nombres, posiciones y salarios de todos sus funcionarios en el exterior con orgullo y sin temor al pueblo que representa. Conocer esta información es un derecho de la ciudadanía, que sostiene esta estructura con sus impuestos, y una oportunidad para los diplomáticos decentes de gozar del afecto y agradecimiento de sus compatriotas.
Algunos han pretendido implementar estas reformas en el pasado. Sin embargo, en ausencia de un marco legal estricto que imposibilitase que las buenas intenciones se convirtiesen en palabras al viento, no ha sido posible corregir los abusos de forma permanente. Estos se pueden corregir, pero solo con la existencia de leyes y reglamentos claros que delimiten claramente el acceso y ascenso dentro del Servicio Exterior, y de los mecanismos para que los ciudadanos conozcamos quienes nos representan. Así se logrará una política exterior más ágil y eficiente, un mayor respeto para Honduras en el exterior, y (más importante) un mayor respeto hacia nosotros mismos y nuestras instituciones.
(2000, LT)